martes, 8 de julio de 2008

Dejando huellas en La Villa del Yocoima

Por Ítalo Violo V.

Después de varias horas de viaje y haber quedado varados por falta de gasolina atravesamos el bosque artificial de pinos más grande de Latinoamérica, el día sábado 5 de Julio tuvimos el privilegio de conocer la bella ciudad de Upata, conocida también como la Villa del Yocoima o la ciudad de las siete colinas. Nuestra visita al lugar se debió a una invitación que nos extendió la Asociación Civil Betesda por medio de su presidente Ing. Yongel Delgado con el propósito de llevar a cabo un acto de dedicación de una rampa para mejorar el acceso a las personas con limitaciones físicas que asistan al Templo de la Iglesia Bautista “Dios Con Nosotros” de esa ciudad.

Este hermoso acto fue muy significativo porque fue una respuesta a la petición de un grupo de personas con discapacidad y porque, según entendemos, es la primera vez en Venezuela que se construye y dedica una rampa de acceso en una congregación cristiana como deseo explícito de los beneficiarios.

Después de la dedicación pasamos al recinto donde tuvimos la oportunidad de mostrar algunas pinturas y presentar a los diferentes ministerios cristianos que están trabajando para la restauración de las personas con limitaciones especiales.

En el evento estuvo presente el señor Ángel Romero, cronista de la ciudad, quien tuvo unas emocionadas palabras y sabemos que su pluma dejará imborrables notas sobre este hecho para las memorias de la ciudad.

Nos llamó la atención la presentación del ministerio “Amor en Acción” que, según entiendo, está aplicando los principios de la anti-siquiatría para los enfermos mentales. Pudimos saber que tienen una casa donde estas personas viven en familia, se les compensa medicamente y se les trata con mucho tacto y cariño. El éxito ha sido tal que algunos de ellos están trabajando en empresas de la zona.

Un caso conmovedor fue el de Dairé, una joven que, a causa de sufrir esquizofrenia, fue encerrada por espacio de diez años en un cuarto oscuro. Ella narró que estando en ese lugar, permanecía día y noche sin ver la luz del Sol. Para alimentarla le pasaban los platos de comida por debajo de la puerta. Sus necesidades fisiológicas las hacía en un recipiente que permanecía en la habitación por una semana hasta a que la sacaban un rato para asearla y luego volver a encerrarla.

Aunque no dijo mucho, fue conmovedor escucharla contar su testimonio y agradecer al grupo de personas generosas que la libertaron para devolverle su dignidad.

Al día siguiente tuvimos la oportunidad de presentar nuestro propósito en la Iglesia Bautista “Príncipe de Paz”, que se reúne en un hermoso templo lleno de color y luz. Nos recibió una bellísima congregación plena de niños y jóvenes muy disciplinados que vieron con atención las pinturas y escucharon con emoción nuestros testimonios y enseñanzas.

Luego viajamos a la Ciudad de Puerto Ordaz donde asistimos a un evento deportivo-cultural organizado por el Instituto de la Cultura de la Alcaldía Mayor de Caroní. Fuimos sorprendidos porque nos recibieron con una gran ovación y sin dejarme organizar mis pensamientos solicitaron que dirigiese unas palabras al el público presente.

Allí se me entregó una condecoración y una medalla, que tomé a nombre de todos, por el trabajo de estímulo que venimos realizando para animar a las personas con discapacidad.

En la tarde regresamos a la ciudad de Upata para asistir a un acto en la Iglesia Bautista “Hay Vida en Jesús” donde nos permitieron dirigirnos a los líderes de las iglesias bautistas de la zona.
El lunes 7, fecha de celebración del 246 aniversario de La Villa del Yocoima, nos despedimos de ella admirando una enorme torta de varios metros de perímetro colocada en una de las plazas de la ciudad para festejar y comprando en carretera las famosas catalinas y el queso fresco para degustar así las especialidades de la zona.

Nuestro periplo culminó con la visita a un joven cuadripléjico en la ciudad de San Félix, a quien encontramos después de hora y media de búsqueda. Nos encontramos con Víctor, un muchacho que revela una gran palidez y que tiene 23 años de edad. Cuando había cumplido los 17, se lesionó debido a que el motor de un auto que reparaba cayó sobre su nuca fracturándole varias cervicales. Al parecer, su única ocupación es ver la televisión. Hablamos con él por más de una hora haciéndole saber que es una persona valiosa y le animamos para que se esfuerce hasta llegar a ser útil e independiente.

Fue un viaje con muchas incidencias agradables que terminó con gran satisfacción para todos por saber que estamos contribuyendo en la lucha por el respeto de los derechos fundamentales de las personas con diferencias funcionales y porque su integración se adelante lo más posible en Venezuela.

P.D. Una de mis escaras se reabrió pero sé que sanará y que vale la pena el esfuerzo.